sábado, 10 de octubre de 2009

EL HOMBRE DE MAGIA NEGRA

He rechazado tocar para tres presidentes estadounidenses. La última vez Clinton quería que animara el final de la cumbre de los dirigentes latinoamericanos. Pero no quiero compartir mis dones con gente corrupta que tiene mucha sangre en su conciencia. Tampoco acepté actuar ante el presidente de México, y todavía no me lo perdonaron”. Efectivamente, luego de una década de no tocar en su nación de origen, el guitarrista de Jalisco experimentó en carne propia hasta qué punto el presidente priísta no está dispuesto a olvidar los desaires y críticas del artista. Apenas una semana antes de realizarse el megaconcierto de Santana y Maná en el Foro Sol, los diarios aztecas daban cuenta de una suspensión del evento a cargo de la Procuraduría General de la Nación, que argumentó una supuesta falta de seguridad en las puertas de acceso. Sin quererlo, el músico nacido en Autlán el 20 de julio de 1947 fue víctima de una disputa sin cuartel que el gobierno mexicano entabla contra la titular del gobierno de la ciudad, Rosario Robles (representante del izquierdista PRD, el partido liderado por Cuauhtemoc Cárdenas), quien reclama una cifra de 400 millones de pesos para el presupuesto del 2000. Atosigada por la férrea oposición que ejerce el PRI y su aliado, el PAN (liderado por el empresario Vicente Fox), Robles echa mano de grandes carteles pidiendo por el dinero que necesita para llevar con éxito su acción de gobierno y de marchas de los militantes del PRD que vociferan a las puertas de la casa de Zedillo, exigiendo la autorización del presupuesto mencionado.Santana fue otro eslabón en la lucha política que entablan los partidos mexicanos, a pocos meses de las elecciones presidenciales (en julio del 2000). Aunque la suspensión quedó sin efecto, demostró a las claras la poca simpatía con la que cuenta entre los mandatarios aztecas. Es que Zedillo, según el músico, lo tiene en la mira desde antes de las elecciones de 1994. Por entonces, Santana declaró que “no creo que el cambio de presidente de México traiga bienestar para la familia. No creo en mejorías. Es la misma corrupción, la misma porquería de siempre, los mismos políticos corruptos que cometen fraude. Mi corazón está con los zapatistas y el subcomandante Marcos”. Luego subió al escenario del Woodstock ‘94 con una camiseta estampada con imágenes de la Virgen de Guadalupe y Emiliano Zapata. Sus palabras ocurrieron una semana antes de las elecciones presidenciales del 21 de agosto y después de que los zapatistas realizaran, a comienzos de aquel mes, la Primera Convención Nacional Democrática en Aguascalientes, Chiapas.Las primeras dos semanas de diciembre fueron difíciles para el gobierno de Zedillo. Santana y Saramago fueron los causantes de un dolor de cabeza atroz, del que el PRI parece estar tomando venganza ahora, decretando un estado de alerta en Chiapas, pretexto para ingresar con pase libre a las zonas zapatistas. Tanto el escritor portugués (quien estuvo en Chiapas, fue detenido por los retenes militares, que lo humillaron revisando el vehículo en que viajaba, y acabó declarándose zapatista ante una multitud agolpada en el Palacio de Bellas Artes), como el guitarrista, no perdieron la oportunidad de sentar posición ante los problemas que recrudecen sin visos de solución en la realidad mexicana. Santana, portando un cheque de 50 mil dólares para los afectados por las inundaciones en Veracruz, defendiendo los derechos de la mujer ante una sociedad que tiene el oscuro mérito de ser la más machista del mundo, y criticando desaforadamente a los poderes eclesiásticos en una ciudad donde existe una iglesia en cada cuadra, fue una visita muy molesta para Zedillo. Su fama mundial fue la causante de que al menos apareciera en flashes y notas superficiales en la televisión comercial (TV Azteca y Televisa), privilegio del que no gozó el Nobel Saramago, quien fue totalmente ignorado por la pantalla chica. Los días previos al reencuentro de Santana con sus compatriotas generaron un debate a voces, no sólo entre los periodistas especializados, sino entre la juventud azteca, dividida entre quienes no entendían cómo semejante artista aceptaba presentarse con los edulcorados chicos de Maná, y entre los adolescentes que se preguntaban quién es ese señor con pañuelo en la cabeza que iba a tocar al lado de su ídolo Fher (cantante de la banda originaria de Guadalajara). Corrían las apuestas espontáneas. ¿Quién llevaría más gente?. ¿Quién tocaría primero?. ¿Se irían los fans de Maná cuando sonaran los primeros acordes de la banda de Santana, dejando el Foro Sol semivacío?. El paisaje variopinto de los numerosos asistentes al estadio, fue muestra de un encuentro generacional potente y emotivo: padres trajeados fumando un puro, acompañados por sus hijos vestidos con playeras (remeras) con la estampa de Maná.Sonaron los acordes de las canciones de la banda de Guadalajara, ilustradas por enormes imágenes de un documental que defendía la lucha zapatista, la ecología y los derechos de la mujer. Las letras de los temas (referidas en modo naive y con poca imaginación al amor entre un hombre y una mujer) se contradecían con la pomposa y poco creíble militancia política de los Maná. “Es que si al menos estos cabrones no se empeñaran en llamarse a sí mismos ‘rockeros’... sus canciones se parecen, en lo malo, a las de Carlos Vives”, espetó un indignado espectador que soportaba estoicamente el recital del grupo, en espera de Santana. A los numerosos fans de la banda poco parecía importarle el hedonismo orgiástico que suelen protagonizar los Maná en sus giras, donde corren el alcohol, las mujeres y otros vicios non sanctos. Lo cierto es que hoy por hoy, esta es la banda latina más convocante del mundo. Ostenta el increíble mérito de haber vendido más de 500 mil placas de su Unplugged en los Estados Unidos y gran parte de la juventud mexicana se identifica con sus sonidos.Allí, en el gran poder de convocatoria, parece radicar la causa de por qué, a la hora de elegir con quién presentarse en su regreso a México, Santana optó por Maná. No parece haber sido una maniobra marketinera del sello discográfico, ni siquiera una decisión política del infranqueable séquito que rodea al guitarrista. A estas alturas, aplicados a un artista con 30 años de trayectoria encima, esos argumentos resultan inocentes y de poco crédito. Sucede que Santana se convirtió en un hombre político. Su principal obsesión está en desmitificar la imagen de vago y delincuente con que se describe a los latinos en los Estados Unidos. Así las cosas, el músico es capaz de denominarse un par de los Estefan (Emilio y Gloria), como de defender con ahínco la figura de la polémica actriz Salma Hayek (quien fue muy criticada en su México natal por la visita que realizó a los soldados estadounidenses afincados en Kosovo). A la hora de defender un latino, Santana se muestra tan fanático como el más ultra Spike Lee (para quien cualquier negro es bueno sólo por el color). Para él, Jennifer Lopez es igual a Marc Anthony, a Tito Puente y a Celia Cruz. No hace diferencias estéticas ni de conducta ética. Defiende a Ricky Martin y a Maná con la misma pasión que lo hace con Café Tacuba (grupo con el que quiere tocar próximamente, también en México) o con los Jaguares (ex Caifanes). Y para difundir su ideología está dispuesto a valerse de toda la popularidad o poder de convocatoria que anide en cualquier banda latina, sea la que sea. Acaso, su música es siempre su música. Y fue eso lo que echó por tierra todas las polémicas previas al concierto. Cuando sonaron los primeros acordes de su guitarra, el estadio no sólo permaneció lleno sino que dio ingreso aún a más gente, ya que muchos optaron por ingresar a la hora que comenzara el show de Santana.El músico no sólo recorrió los temas de su último y elogiado disco (hizo una impecable versión de “Smooth”, el hit que vendió más de 6 millones de placas en el mundo), sino que se animó a hacer, con particular estilo, el “Concierto de Aranjuez” de Joaquín Rodrigo. Para delirio de los miles deasistentes, conformó los pedidos haciendo clásicos como “Mujer de magia negra”, “Europa”, “Samba pa’ ti”, para concluir, luego de dos horas de un show que lo mostró más joven que nunca, con un set dedicado a Bob Marley, ya acompañado por Maná. Santana había comenzado sugiriéndole a los mexicanos que exigieran a la Iglesia que los mantenga: “Tantos años la mantuvimos a ella, que ahora tiene como tresquicientos millones de dólares. Bien puede mantenernos a nosotros”. Al final decidió exhortar a sus compatriotas con un emocionante “Mexicanos, se puede, estamos hechos de luz, nos acompañan nuestros ángeles, luchemos por tener agua, comida y respetemos a la mujer, pongámosla en un plano de igualdad con el hombre”.

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