lunes, 21 de junio de 2010

“La tecnología nos quita el miedo a lo diferente”

¿Hay vida después del iPhone?

“La tecnología nos quita el miedo a lo diferente”

Los cambios tecnológicos coadyuvan con nuestras tareas diarias, pero terminan por esclavizarnos. Hoy no podemos desprendernos del último celular, de internet, del MP3...

Ilustración: Luis Miguel Morales

“Añoro la libertad, ahora me siento mucho más esclava que antes. Ya no recuerdo cómo era caminar por un bosque sin escuchar un ring”, se lamenta una científica septuagenaria en una entrevista televisiva. Al llegar a la casa, la profesora de geografía, mucho antes de abrir el refrigerador e incluso de quitarse el abrigo, enciende mecánicamente la computadora y activa el contestador telefónico para escuchar los mensajes del día..

En su PC hay 300 correos electrónicos que se obliga a responder con una voluntad franciscana.

Porque la jornada laboral hoy, se alarga hasta la madrugada merced a la dichosa tecnología que nos permite y nos condena a vivir encendidos y conectados con el mundo virtual. Junto al maquillaje, las aspirinas y las gafas, debemos acomodar el teléfono celular, el Ipod o Mp3, la Blackberry o cualquier otro tipo de agenda electrónica; perdernos en cualquier dirección resulta improbable con el GPS a mano; el placer sexual en solitario requiere la portación de un juguete electrónico, de esos que hoy se adquieren en tiendas con vitrinas ostentosas a la vista del público. La vida se nos ha hecho tecnológica y precisa, tan inmediata como apretar un botón.

On, off, chat, scanner, bluetooth, conforman un argot cada vez más habitual en nuestras conversaciones. “Te veo en Facebook”, “Te escucho en Myspace”, “Búscame en YouTube”, “Googleo y te digo” son frases a la orden del día. Sony, Apple, Windows, representan los logos universales que nos describen como consumidores atentos a todo producto que nos ofrece el oro, el moro y la felicidad de masas en una comunidad que comienza a sentir ilusorio el estado de relajación completa, uno donde nadie pueda encontrarnos.

El mito del náufrago comienza a ser, a todas luces, un mito de cuando el paisaje no era una escenografía y hubiera resultado demencial pensar en una palmera con un tomacorriente adosado a su tronco.

¿La tecnología es un nuevo método de esclavitud, un camino al sedentarismo robótico que nos ha hecho perder capacidad de reacción frente a las emergencias, la posibilidad de vivir más y mejor, una amenaza a nuestro espacio de intimidad o todo eso junto?

Las preguntas se agolpan frente a hechos que no por habituales se alejan de lo absurdo; por caso el de una mujer británica que pidió el divorcio a su esposo luego de descubrir que éste mantenía un romance con una mujer en el mundo cibernético Second Life. El espacio permite a los jugadores crear existencias virtuales donde su alter ego, o avatar, puede socializar, crear relaciones, comprar propiedades y establecer negocios en un mundo imaginario que cuenta con su propia moneda. La chica en cuestión contrató a una detective informática para vigilar a su esposo, que fue descubierto infraganti en pleno romance con una chica virtual en la red.

La tecnología en nuestros actos privados llega hasta a los mismísimos jefes de Estado: el flamante presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tendrá que descontinuar su Blackberry. El Congreso y los tribunales pueden solicitar copias de los mensajes de correo electrónico del Presidente: si un mandatario no desea que su correo electrónico sea público, no debería usarlo, anunciaron los servicios de seguridad estadunidenses. Los expertos consideraron que a Obama le resultará mucho más difícil dejar de leer a cada rato sus correos electrónicos que lo que le supuso abandonar el tabaco antes de iniciar la campaña que lo llevó a la Presidencia.

“La sexualidad parece no tener sentido sin en el universo tecnológico que crean los sitios de pornografía en la red, la guerra moderna depende de la articulación mediatizada a través de los elementos electrónicos que la conforman y a su vez la propaganda y la manipulación que requiere un conflicto bélico se confronta en un gran eje tecnológico”, explica el escritor mexicano Naief Yehya.

Autor de Tecnocultura / El espacio íntimo transformado en tiempos de paz y guerra (Tusquets), el analista, que reside desde hace 16 años en Nueva York, hizo una suma de todos los elementos de la tecnología que condicionan la vida de un ciudadano moderno para demostrar que “muchas de las cosas que antes considerábamos extrañas, extravagantes, snobs, hoy son lo más cotidiano y normal”.

“Cuando empecé a investigar y a escribir sobre el tema de la comunicación y la sexualidad, obviamente no tenía teléfono celular, mi computadora era un mastodonte que ocupaba casi la mitad de la mesa y ahora vivo totalmente inmerso en la tecnología, a pesar de que no soy, como dicen los americanos un early adopter (un pionero), sino que llegué un poco tarde a todo esto”, dice Yehya en entrevista con MILENIO Semanal.

Qué es la Tecnocultura

La tecnología como entorno o como cultura está enclavada para el escritor en una paradoja: nada nos libera tanto y, a la vez, nada nos esclaviza más. “Los países que tienen un acceso limitado a la tecnología o que dependen de tecnologías de importación, a menudo se encuentran en desventaja económica con respecto a aquellos ricos en tecnología y por eso es necesario reflexionar acerca de las obsesiones, fantasías, promesas y realidades de la influencia tecnológica en la cultura por la forma en que nuestras tecnologías de comunicación e información nos van moldeando y rediseñando”, afirma el experto.

Para Yehya, “la relación que podemos establecer con un teléfono celular, una computadora, un automóvil o televisión de plasma no puede considerarse meramente utilitaria, sino que va más allá, aproximándose al tipo de emociones que invertimos en nuestros seres queridos o nuestras mascotas”.

Si creen que se exagera un poco en esta descripción, contemple durante unos segundos (sólo los necesarios) la cara de asesino serial que le ofrecerá el taxista cuando usted, ciudadano de buenas costumbres, lo conmine a abandonar la charla con su “gordis” mientras maneja.

Sepa también que su niña o niño pueden dormir a “pata ancha” sin el osito de peluche o sin que usted le cuente la historia de Blancanieves, pero nunca podrán conciliar el sueño sin su Ipod o sin la PlayStation cerca de la almohada, siempre lista para el próximo juego eterno. “Esto no quiere decir que en la Antigüedad no hubiera tecnología —explica Yehya en su libro—. Numerosas civilizaciones, como la sumeria y la egipcia, construyeron deslumbrantes imperios al crear mecanismos y sistemas que les permitieron controlar su entorno, explotar la tierra, generar riquezas y derrotar militarmente a otros pueblos. Lo que pasa es que estos pueblos eran suficientemente sabios como para entender que al transformar la ciencia en tecnología, ésta se volvía una manifestación de poder, el cual podía aplicarse al bien o al mal”, agrega.

James Bond tecnológico

El detective creado por Ian Fleming, recuperado por la flema británica del rubio Daniel Craig, es para el escritor lo que mejor refleja la obsesión de nuestros tiempos con la alta tecnología. James Bond “ha sido llevado a la pantalla grande en 22 ocasiones, como pretexto para presentar armas, dispositivos de comunicación y sorprendentes transportes terrestres, aéreos y marítimos”, apunta el autor.

¿Dónde quedó en este punto el célebre zapatófono del Súper Agente 86 o el batimóvil de Ciudad Gótica? En nuestra memoria romántica, sin duda, porque ahora todos queremos tener lo último de lo último para no quedar afuera de la tendencia.

“Por supuesto que hay un interés corporativo detrás del consumo y glamourización de las tecnologías para convertirlas no sólo en algo deseable sino en algo indispensable en nuestras vidas. Todo el tiempo, las empresas están creando necesidades artificiales que nos convierten en animales de consumo desesperados y frenéticos”, afirma Yehya. “Además, ante un universo de millones de alternativas, el ser humano se muestra indefenso, estresado y compungido por no saber qué hacer, qué elegir, perdido en una búsqueda que no tiene fin”, agrega.

El análisis exhaustivo de la “tecnocultura” no le impide al escritor admitir que la tecnología tiene aspectos positivos: “La tecnologización de la sociedad significa mucho más que una saturación mediática constante y generaciones de adictos al PlayStation”, expresa. “Ahora por fin tenemos un medio que nos da millones de visiones sobre un mismo tema, ya no existe una mirada hegemónica, generalmente devenida del poder, sobre un hecho fortuito o planificado”, agrega.

La tecnología nos quita el miedo a lo diferente toda vez que nos permite comunicarnos en tiempo real con un ciudadano de la otra parte del mundo; se puede compartir la música, las imágenes y se nos abre un universo que parece no tener límites. “Todo el conocimiento, que antes era algo distante para muchos, de pronto se ha vuelto algo tangible y cercano. Ahora sabemos de dónde viene una canción, el origen de la letra, en qué circunstancia se hizo la música …”


Quién es quién en la red*

Google: Utiliza una tecnología que en teoría puede revisar el equivalente de una pila de papeles de 112 kilómetros de altura en medio segundo. Ofrece 250 millones de búsquedas al día.

Yahoo!: Es el sistema de correo más usado en el mundo, con más de 400 millones de usuarios (devoró a Hotmail). En 2004 alcanzó un valor de mercado de 53 mil millones de dólares, con ingresos semanales de 90 millones.

Wikipedia: La enciclopedia libre, que cualquiera puede editar, es un sitio que recibe consistentemente más visitas que los periódicos The New York Times y USA Today juntos. Cuenta con dos millones 317 mil 858 artículos en su versión en inglés y 10 millones de artículos en sus 253 ediciones.

YouTube: Especie de canal participativo de televisión donde cualquiera puede subir y transmitir cualquier video mientras no se violen las normas mínimas de decoro ni las leyes de derechos de autor. 79 millones de usuarios vieron más de tres millones de videos en enero de 2008 y en abril de ese año Youtube contaba con 3.75 millones de usuarios.

Facebook: Red social revolucionaria que determinó el futuro de Internet. En noviembre de 2008 ha llegado a tener la mayor cantidad de usuarios registrados en comparación con otros sitios web orientados a estudiantes de nivel superior, con más de 120 millones de usuarios activos en todo el mundo.

MySpace: es un sitio web de interacción social formado por perfiles personales de usuarios que incluye redes de amigos, grupos, blogs, fotos, vídeos y música, además de una red interna de mensajería que permite comunicarse a unos usuarios con otros y un buscador interno. Cuenta con 200.623.371 usuarios (en septiembre de 2007)

* Extracto del libro Tecnocultura / El espacio íntimo transformado en tiempos de paz y guerra (Tusquets), por Naief Yehya.


No hay comentarios.: